UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

El taller de literatura en las cumbres de Canoabo, efectuado en el marco del V Encuentro de Teatro para Niños “Más Allá de los Cuentos”, tuvo el certero propósito de impartir algunas técnicas en el oficio escritural y estimular la creatividad de quienes, además de compartir sus experiencias en el campo literario, las artes escénicas y la docencia, estaban dispuestos a afrontar el reto de escribir cuentos y poemas, con la única intención de aprender a escribir escribiendo en un taller cuya aula estuvo expuesta a la luz y el aire.

Las cumbres de Canoabo constituyen un escenario fabuloso, donde las criaturas de la imaginación se mueven a rienda suelta, entre una algarabía de júbilo y un deseo lúdico por desentrañar los misterios de la razón y la sinrazón. Nadie quedó indiferente ante las maravillas que nos depara la naturaleza y todos aprendimos algo más de la convivencia humana. En lo que a mí respecta, debo confesar que fue una experiencia desmesurada en todos los sentidos, a tal extremo que, al término del taller, me sentí como la boa de Antoine de Saint-Exupéry, que primero se tragó a un enorme elefante y luego necesitó mucho tiempo para digerirlo poquito a poco.

El taller de literatura en las cumbres de Canoabo dio mucho más de lo esperado, no sólo porque se conjugaron sentimientos colectivos y se anudaron lazos de sincera amistad, sino también porque se demostró que la fantasía no conoce fronteras, espacios ni edades. Con estas premisas es lógico que se dieran las condiciones para re-crear personajes en un ámbito que invitaba a la meditación y el goce estético. Así es como algunos, inspirados por la flora y la fauna del contexto inmediato, y otros motivos por el puro placer de escribir un cuento bien contado, dejaron correr y volar a los hijos de su alma en un ecosistema hecho de encanto y belleza.

Es también necesario hacer extensivos nuestros agradecimientos a los integrantes del Teatro Tknela, que hicieron posible la realización de este singular evento, a la familia amiga que nos acogió amablemente en La Pintera y, desde luego, un especial agradecimiento a Carolina Theis, quien, desde un principio y con esfuerzo tesonero, apostó por este proyecto que, tras jugar con las ideas y las palabras, alcanzó un final feliz y un resultado que se concretiza en este modesto trabajo, donde los sueños y las ilusiones se funden en una realidad inconmensurable.


Víctor Montoya