EL MAGO DE LA COLINA

Jeny era una niña que vendía rosas en el pueblo de Canoabo, amaba levantarse todas las mañanas, bien temprano, para recorrer las cumbres, mientras su hermano Niwman prefería dormir y levantarse a jugar con los animales, pero era incapaz de salir de su casa sin ponerse su cachucha...

Un día, muy de mañana, Jeny se empeñó en llevarlo a trabajar, pero como Niwman estaba tratando de escaparse a jugar, ella decidió quitarle su cachucha. La escondió en su canasto y comenzó a bajar la pendiente rumbo al pueblo. Se detuvo en la carretera para esperar el transporte y, desde ahí, oía los gritos de su hermanito pidiendo su cachucha.

Jeny pasó el día en el pueblo, vendiendo las rosas que había recogido. A su regreso, en la tarde, se sorprendió al ver a su hermano a la orilla de la carretera, con un gorro que parecía un barquito de papel, hecho con periódicos viejos, y a un grupo de niños haciendo cola para obtener otros gorros como ése.

El niño, al ver a su hermana, levantó uno de los gorros y le mostró la cantidad de monedas que había ganado con la venta de tantos gorritos de papel.

Cuando Jeny le preguntó:

–¿Qué hiciste Niwman? ¿De dónde sacaste eso?

–Me enseñó Jesús –respondió–, el Mago de la Colina.

–Lo sabía –comentó Jeny–. Es el mismo que me enseñó a valorar y amar a las rosas cuando yo sólo las maltrataba.

–Así es –dijo Niwman–. Él me enseñó también a cuidar mi ambiente y, al mismo tiempo, a ayudarte para que no seas tú la única que trabaje.


Niwman Gutiérrez
Jennifer Vera
Jesús Mercado