EL TESORO DE ROCÍO

Rocío, la niña de grandes rulos, luz en la sonrisa y su facultad especial de escuchar a Dios a través de los ojos, vivía en una montaña como ninguna otra, emanando destellos de oro, más divinos según el movimiento del sol, los árboles y la aurora.

Una tarde, esta angelita, como la llamaban muchos de sus vecinos, encontró la alegría de recibir un bello regalo: todas las formas y los colores del mundo dentro de una pequeña botella. ¿Saben qué es? Un caleidoscopio que había creado su madrina junto a su gran amigo Yépez.

Este caleidoscopio era su mayor tesoro, lo contemplaba por horas, lo enfrentaba al contacto con los árboles, al trasluz del sol, y apreciaba las bellas formas, las figuras y el contraste de los múltiples colores integrados en su interior.

Estaba feliz de compartir con su tesoro nunca imaginado, que se convirtió en su juguete y amigo predilecto. Pasear con él era lo que más emoción le provocaba.

Un día, su madre la invitó a un paseo por el mar y, al igual que la gran alegría que sintió mientras jugaba con el bello tesoro, ahora, ilusionada y llena de vida, se inspiraba en la hermosura del cielo y en las olas del mar... En ese instante, una fuerte ola, sin pedir permiso, se llevó el tesoro. La niña trató de rescatarlo, muy molesta le exigía al mar que le regresara su caleidoscopio, pero fue imposible.

Así que volvió a casa muy triste, subió a la cima de la montaña muy sola, porque no tenía con quien jugar. En eso llegó su madrina, la miró y, con una sabia sonrisa, la acompañó a contemplar el mar que se veía desde la cima donde estaban, hasta que llegó el alba y el mar reflejó en la montaña todas las formas y los colores del caleidoscopio. Desde entonces, todos llamaron a esa montaña “La Pintera”.


Marlyn Carina Campero
Yudeixy Ayari Sivira Sierra
Teresa Barrios
Sandra Rodríguez