JUANCHO, EL DEFENSOR DE LA CUMBRE

Una mañana Juancho, un mono muy simpático, se levantó asustado por un gran ruido que no había oído nunca. En su habitat, que eran las cumbres de Canoabo, había una hermosa vegetación, con grandes árboles frondosos y llenos de vida.

Después vio que en la cima de uno de los árboles estaba su tío orangután, que se movía muy inquieto.

–¿Qué pasa, tío? –le preguntó Juancho–.¿Por qué estás tan inquieto? ¿Y ese ruido tan extraño a qué se debe?

Entonces su tío orangután le pidió que subiera a donde estaba, para que viera la cosa monstruosa que estaba pasando en la montaña.

Juancho trepó al árbol y, al llegar a la copa más alta, divisó algo aterrador, algo que jamás imaginó en su vida; vio cómo los hermosos árboles iban cayendo uno a uno y se asustó muchísimo. Así que le preguntó a su tío orangután:

–¿Por qué están cayendo nuestras casas?

Su tío orangután le mostró a un grupo de personas manejando una enorme maquinaria.

–Ves esos seres extraños –dijo–. Son personas.

–¿Personas? –preguntó–. ¿Y de dónde son? Nunca las vi antes en estas montañas.

Su tío orangután le explicó que eran de la ciudad y que vinieron a tumbar sus casas para llevárselas. Así que Juancho, muy preocupado, pensó que si se llevaban todo, se quedarían desprotegidos.

–Habrá que hacer algo para impedirlo –dijo.

–Nadie puede contra el poder del hombre –aclaró su tío orangután. Luego añadió–: Nosotros no les interesamos. Los hombres son seres egoístas. Sólo piensan en sí mismo y no en los demás.